23/05/2020
El Olvido de la Estación de Gijón
El
borrón y cuenta nueva o el olvido de todo lo anterior, no dejaría de ser el mal
habitual en la política sino fuera porque, en esta ocasión, los daños
colaterales arrastran a toda una ciudad en lo que se refiere a una obra capital
como es la estación de ferrocarril de Gijón. Y no menos importante, que el
esfuerzo realizado de cohesión social, especialmente gracias a la paciencia en
insistencia del movimiento vecinal, sea olvidado y no valorado. Porque esa es
la clave del actual Convenio que se pretende invalidar. No lo es la ubicación
de la Estación sino el consenso logrado; el consenso y definir cómo se pagaría el
asunto, cosa que se definió con su firma.
Pero
en este fenómeno habitual de olvido de la praxis política, también ha llevado
consigo olvidarse de muchos más elementos, no tan importantes como con los que arrancábamos
el artículo, pero sí capitales a la hora de debatir.
Se
ha dicho como justificación para romper el consenso alcanzado, que una de las
ventajas de retomar el Proyecto de 2008 de la estación, es que la tramitación
urbanística está vigente. Es cierto, así lo establece el TROTU en su artículo
98. Pero se olvidan de que ese mismo artículo señala que todo ello “sin
perjuicio de su modificación y revisión” y resulta evidente y/o de sentido
común que, empezando por el Plan Especial, el asunto requiere al menos una
profunda revisión, lo que conlleva, como hemos visto en la última Revisión del
PGO, unos plazos similares o a veces mayores que la tramitación de un nuevo
documento. La palabra “revisión” referida a urbanismo no es una mera
comprobación de documentos, es la puesta al día legal de un documento que lleva
12 años en un cajón. El Estudio Económico y Financiero de ese Plan Especial
vigente establece unos parámetros económicos en base a la venta de suelo para
viviendas que a día de hoy son impensables, como así han comprobado en la
propia sociedad de Gijón al Norte quedando el concurso vacío en dos ocasiones de
los solares más atractivos para construir, que a nadie ha interesado comprar ni
tan siquiera con precios actualizados obtenidos después de dos estudios de
mercado encargados por la misma sociedad.
Se
olvida el gobierno municipal por un lado, que esto requerirá una revisión del
documento fundamental por dos cuestiones: la primera, porque es necesario
justificar, como en cualquier desarrollo urbanístico, cómo se pretende realizar
la financiación; la segunda, algo que el actual Convenio refleja y que ahora
habría que modificar (otro olvido) porque es necesario asignar de dónde sale el
dinero, dado que el Plan Especial anterior supeditaba gran parte a los activos inmobiliarios.
De igual manera, esta revisión del planeamiento, ha de pasar por el Pleno
municipal y que quizá en otro olvido, consta de 27 concejales de los que solo
12 son de gobierno. Salvo que pensase en esto como excusa por si no sale
adelante.
Todo
esto, conlleva unos plazos y conlleva también hacerla con bastante rigurosidad
a expensas de que es la parte que al Banco Europeo de Inversiones le interesa
para dar o no dar la línea de crédito. En la misma línea el olvido llega al
Proyecto Constructivo, proyecto que entendemos exige una modificación de la
cubierta establecida en el Proyecto original, cuando no más ajustes o, como se
llaman habitualmente modificados, que necesitan ser licitados,
realizados y aprobados con lo que los plazos anunciados como panacea no son
tales, lo que no deja de parecer un mal chiste después de 18 años de parálisis.
Sin olvidar otra modificación necesaria: la Declaración de Impacto Ambiental,
sino hacerla de cero, dados los plazos ya superados de vigencia.
De
igual manera y dado que se trata de favorecer el coste y eficiencia, se olvida
el equipo de gobierno que cuando se presentó el Plan Especial, también se puso
sobre la mesa una reflexión muy coherente que situaba la estación intermodal en
La Calzada, favoreciendo de esa manera la integración del barrio y del Natahoyo
con el resto de la malla urbana. Se logra de esa manera un amplio espacio
público que sí permitiría la conexión real entre la zona de Moreda y el
Polígono y un amplio espacio central que, aunque implicase alguna edificación,
sería exactamente 16 veces más espacio publico que lo que se pretende en la
actualidad.
No deberíamos
caer como vecinos de Gijón otra vez en el debate de dónde va la estación,
porque además no existen ni criterios técnicos, ni económicos, ni menos aún de
flujos de usuarios, para eternizar debates sobre dos emplazamientos similares.
Es un debate que solo persigue no hacer nada al menos hasta el año 2023 cuando
los vientos electorales vuelvan a mover la vela del plan de vías, olvidando
otra vez todo lo anterior.
David Alonso
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