23/05/2020
La Estación de Trenes de Gijón
Quizá sea hora de cambiar
de vía. Hoy, después de 20 años de abandono, de levantar vías, mover toneladas
de grava, hacer túneles, inundar túneles, tirar estaciones, hacer estaciones de
plástico y paneles de sandwich metálico, dejar un prao en el centro de la ciudad,
cortar una autopista y gastar 200 millones de euros. Todo ello para lograr un
consenso y una unanimidad tras 19 años, y se acaba de volver a romper hace
escasos días, con las declaraciones de nuestra alcaldesa, refrendadas por el
presidente del Principado. Pues igual toca decir “¡ya! hasta aquí llegamos”.
Me explico.
Si no se ha querido
invertir en nuestra ciudad en los últimos 20 años para dar una solución final
al asunto ferroviario es complicado que alguien se crea que, en el contexto que
está por venir, se vayan a invertir 814 millones en Gijón. En realidad, es
difícil creer que se invirtiesen en cualquier lugar de Asturias, baste mirar al
Huerna o a los túneles de Pajares. Podemos caer en el debate al que quiere
llevarnos nuestra siempre omnipresente alcaldesa sobre dónde ubicar la estación,
otra vez, pero es un cuento chino. El actual Convenio que determina las
inversiones, los plazos, los proyectos y todo lo demás, con ese cambio de
ubicación vuelve a carecer de validez, con lo que volveríamos a tener que
debatir qué se quiere hacer y cómo se va a pagar, ganando tiempo para poder
sacar este tema del debate político hasta por lo menos las siguientes
elecciones donde volvería a decirse lo mucho que le interesan a los partidos
políticos, afincados todos ellos en Madrid, el plan de vías de Gijón y por ende,
Asturias. No es cierto y quizá vaya tocando dar forma a otra idea que pueda
vislumbrarse como real.
Y además, tenemos un
plazo, uno del que no hablan y que es el más importante: 2020, que viene
acompañado de la privatización del transporte ferroviario de viajeros, o como
lo prefieren llamar desde las altas esferas de la cosa política de su
“liberalización”. De manera muy rápida ¿en qué nos afecta esto? Pues en que las
líneas mas rentables de ADIF posiblemente sean de los paquetes adquiridos por
otras operadoras, lo que irá haciendo que ADIF se vaya quedando con las que no
lo son por lo que la capacidad de inversión será menor, dado que las deudas que
ya de por sí tienen, serán más lentas de pagar. Cargándose el Convenio actual,
esto es lo que sucederá: se retrasará aún más y ya van dos décadas, el dar una
solución a la estación de trenes y de autobuses porque, no nos olvidemos, en
Gijón tampoco tenemos estación de buses, es de una empresa privada a la que
imagino que toda esta situación no es que le venga precisamente mal. Cosas que
suceden espontáneamente.
Pensemos entonces de una
manera que quizá pueda parecer una locura.
El AVE con suerte, acabará
llegando a Pola de Lena. Siendo realistas deberíamos olvidarnos del tunelón, que
aunque lo mejor sería aprovecharlo, fue una locura construirlo y darle servicio
supone mas de la mitad de los 814 millones de euros pendientes del proyecto
original del plan de vías, y me temo que mucho más, dadas las complejidades estructurales
de construir las estaciones intermedias en medio de una ciudad, de las que no
hay ninguna, ni siquiera proyectada o de llevarlo hasta el Hospital de Cabueñes,
que no hay ni anteproyecto.
Plantemos la estación de
trenes en mitad del erial abandonado actual, con el único compromiso de mejorar
los accesos urbanos entre los barrios más afectados; construyamos al lado, la
estación de autobuses y un parking en rotación de carácter disuasorio; redistribuyamos
adecuadamente las líneas de EMTUSA; pacifiquemos la Avenida Príncipe de
Asturias y recuperemos la salida por Sanz Crespo directa con la autopista y,
fundamental, no construyamos más que esos equipamientos en ese espacio. Ganemos
un espacio verde que puede contener en una parte un parque dinámico, como una
zona exterior de ocio adecuadamente diseñada. Ganemos el espacio para la ciudad
y para sus vecinos, pero de verdad, un espacio de esparcimiento. Llegar a Gijón
en tren o autobús pasaría de ser una experiencia del Lejano Oeste, a algo
acogedor y humano. Posiblemente esa inversión rondase los 180 millones de euros
y podría ejecutarse, de principio a fin, en 36 meses. Pero claro, implicaría
asumir que ya no tendríamos metro, como ya asumimos hace 20 años, que no
llegaría el AVE, y que, sobre todo y de manera determinante para que no se lo
lleguen a plantear los políticos, que nos han mentido durante todo este tiempo.
David Alonso
Comentarios
Publicar un comentario