13/11/2020
La ocupación del espacio público en Gijón
Es necesario asumir la necesidad de establecer cambios en la
ordenación y uso de los espacios
públicos en nuestras ciudades. Se habla, muchísimo, de “poner a la gente en el
centro de las decisiones” que afecten a la ciudad en la que vivimos, pero pocas
veces se lleva a la práctica. Se habla de movilidad sostenible y de
planificación urbana, dos elementos que deberían ser indisolubles e ir de la
mano ya que de nada sirve pensar en una movilidad sostenible entendiendo esta
como la implantación en una ciudad de formas de desplazamiento más sostenibles
y una utilización más racional de los recursos, si el planeamiento urbano no
sigue el mismo criterio. O dicho de otro modo, si realizamos diseños
urbanísticos de barrios como pueden ser Nuevo Roces, de los más recientes de la
ciudad, con enormes calzadas longitudinales, sin dotaciones ni equipamientos
adyacentes y como único elemento primario de comunicación el transporte
privado, de poco serviría acometer luego transformaciones de anulación de un
carril y colocación de losetas restrictivas de circulación. No digo que sea una
mala propuesta como parche, sino a que el
Ayuntamiento de Gijón debería centrar su capacidad de inversión en el
desarrollo, escogido y sistemático de los espacios habilitados en el Planeamiento
general aprobado hace ya un año, para desarrollar la ciudad de manera común,
plural y justa.
Deben priorizarse y este es el momento, actuaciones sobre el
espacio público allí donde la densidad demográfica sea la más alta para
asegurar una mayor interacción con el uso real. Es decir, sería más
significativo tratar de establecer
corredores verdes que interactúen como eje vertebrador desde la Avenida
Schultz, que establecer una vía verde en una zona sin desarrollo ni
habitabilidad en el entorno como es por ejemplo la Avenida de El Molinón. No
digo con eso que el camino no sea lograr una ciudad más verde, lo es, pero una
ciudad no es más verde por pintarla de ese color, sino por lograr que el
espacio de uso público per cápita sea el mayor posible por ciudadano y lograr que los aspectos socioeconómicos, el
nivel de renta o la situación laboral,
no condicionen la habitabilidad común.
Y eso debe depender de la inversión en los espacios de uso público, en las zonas verdes transitables, no aquellas para mirar y no tocar y sí, también en una necesaria pacificación del tráfico. Y para que todo eso sea así llegamos al gran problema que es la inversión pública, en la que ahora se encuentran nuestros gobiernos negociando.
Aprobar una Ordenanza
de Movilidad no conlleva ningún cambio sobre la movilidad sostenible, como no
suscitó ningún cambio sobre la contaminación
atmosférica aprobar la Ordenanza Municipal de calidad del aire en 2017 o, más
recientemente, no supuso por sí misma una mejora en el reciclaje la aprobación
de una Ordenanza sobre residuos. Para que ello suceda deben acontecer tres
cosas: una que haya voluntad política en esa mejora, dos que haya una
planificación del marco general del municipio sobre lo que se puede y se debe
hacer y tres, un soporte económico en los presupuestos municipales. Normalmente
este último paso suele ser el que acaba con la ilusión de la transformación. Así,
y con todas las particularidades que ha originado la terrible pandemia este
año, resulta difícil asumir que el gobierno municipal pueda acometer
inversiones notables para el año que viene pero aún con esa realidad sería muy
significativo que esa inversión se viera ejecutada sobre la realidad del
espacio público. No existe otra posibilidad si se quiere pasar de hablar de la
ciudad de los 15 minutos, de los 650 metros a hablar de que en el Llano, en
Laviada y en cualquier barrio de Gijón, además de para terrazas, las calles, se
puedan habitar y usar. No sé tampoco si pretender que el modelo del Muro, en un
zona con un espacio inmenso y con un presión demográfica cotidiana baja, sea el
modelo a seguir y no lo sea más bien la avenida de la Costa, la calle Rio Oro, o la Carretera
del Obispo, como ejemplo de espacio del día a día real y necesario mejorar, es
lo adecuado. Como también dudo de si para acometer las mejoras necesarias en
cualquier espacio de nuestra ciudad estas deban
partir de equipos multidisciplinares donde la sociología, la economía,
la geografía, la ingeniería, la salud, la tecnología y el diseño tengan algo
que decir, ya que el pasado, en el diseño urbanístico de Gijón, es fiel reflejo
de las malas consecuencias de tomar las decisiones unilateralmente.
David Alonso
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