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La ocupación del espacio público en Gijón - David Alonso (2020)

13/11/2020





La ocupación del espacio público en Gijón 

Es necesario asumir la necesidad de establecer cambios en la ordenación y uso de  los espacios públicos en nuestras ciudades. Se habla, muchísimo, de “poner a la gente en el centro de las decisiones” que afecten a la ciudad en la que vivimos, pero pocas veces se lleva a la práctica. Se habla de movilidad sostenible y de planificación urbana, dos elementos que deberían ser indisolubles e ir de la mano ya que de nada sirve pensar en una movilidad sostenible entendiendo esta como la implantación en una ciudad de formas de desplazamiento más sostenibles y una utilización más racional de los recursos, si el planeamiento urbano no sigue el mismo criterio. O dicho de otro modo, si realizamos diseños urbanísticos de barrios como pueden ser Nuevo Roces, de los más recientes de la ciudad, con enormes calzadas longitudinales, sin dotaciones ni equipamientos adyacentes y como único elemento primario de comunicación el transporte privado, de poco serviría acometer luego transformaciones de anulación de un carril y colocación de losetas restrictivas de circulación. No digo que sea una mala propuesta como parche, sino a que el  Ayuntamiento de Gijón debería centrar su capacidad de inversión en el desarrollo, escogido y sistemático de los espacios habilitados en el Planeamiento general aprobado hace ya un año, para desarrollar la ciudad de manera común, plural y justa.

Deben priorizarse y este es el momento, actuaciones sobre el espacio público allí donde la densidad demográfica sea la más alta para asegurar una mayor interacción con el uso real. Es decir, sería más significativo  tratar de establecer corredores verdes que interactúen como eje vertebrador desde la Avenida Schultz, que establecer una vía verde en una zona sin desarrollo ni habitabilidad en el entorno como es por ejemplo la Avenida de El Molinón. No digo con eso que el camino no sea lograr una ciudad más verde, lo es, pero una ciudad no es más verde por pintarla de ese color, sino por lograr que el espacio de uso público per cápita sea el mayor posible por ciudadano  y lograr que los aspectos socioeconómicos, el nivel de renta  o la situación laboral, no condicionen la habitabilidad común.

Y eso debe depender de la inversión en los espacios de uso público, en las zonas verdes transitables, no aquellas para mirar  y no tocar y sí, también en una necesaria pacificación del tráfico. Y para que todo eso sea así llegamos al gran problema que es la inversión pública, en la que ahora se encuentran nuestros gobiernos negociando. 

Aprobar una Ordenanza de Movilidad no conlleva ningún cambio sobre la movilidad sostenible, como no suscitó  ningún cambio sobre la contaminación atmosférica aprobar la Ordenanza Municipal de calidad del aire en 2017 o, más recientemente, no supuso por sí misma una mejora en el reciclaje la aprobación de una Ordenanza sobre residuos. Para que ello suceda deben acontecer tres cosas: una que haya voluntad política en esa mejora, dos que haya una planificación del marco general del municipio sobre lo que se puede y se debe hacer y tres, un soporte económico en los presupuestos municipales. Normalmente este último paso suele ser el que acaba con la ilusión de la transformación. Así, y con todas las particularidades que ha originado la terrible pandemia este año, resulta difícil asumir que el gobierno municipal pueda acometer inversiones notables para el año que viene pero aún con esa realidad sería muy significativo que esa inversión se viera ejecutada sobre la realidad del espacio público. No existe otra posibilidad si se quiere pasar de hablar de la ciudad de los 15 minutos, de los 650 metros a hablar de que en el Llano, en Laviada y en cualquier barrio de Gijón, además de para terrazas, las calles, se puedan habitar y usar. No sé tampoco si pretender que el modelo del Muro, en un zona con un espacio inmenso y con un presión demográfica cotidiana baja, sea el modelo a seguir y no lo sea más bien la avenida de  la Costa, la calle Rio Oro, o la Carretera del Obispo, como ejemplo de espacio del día a día real y necesario mejorar, es lo adecuado. Como también dudo de si para acometer las mejoras necesarias en cualquier espacio de nuestra ciudad estas deban  partir de equipos multidisciplinares donde la sociología, la economía, la geografía, la ingeniería, la salud, la tecnología y el diseño tengan algo que decir, ya que el pasado, en el diseño urbanístico de Gijón, es fiel reflejo de las malas consecuencias de tomar las decisiones unilateralmente.


David Alonso

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