02/07/2020
Las aguas de San Lorenzo
Llegó el verano, este extraño
verano post pandemia. Y con él llegan las escapadas a la playa, la arena, el
mar. De todo ello tenemos en Gijón. Pero algo más sucede y conviene ser
conocedores de lo que no vemos, pero con lo que convivimos. Como cualquier historia,
empecemos desde un principio, al menos desde uno de los principios
posibles.
Corría el mes de marzo de 1994 y
en el barrio de la Calzada, en Gijón, y como consecuencia de la decisión del
gobierno municipal de entonces, de querer montar una macrodepuradora junto a la
playa del Arbeyal, se conformó una Plataforma político/vecinal denominada
“Plataforma pro-dos depuradoras”. La reivindicación era muy sencilla, sus
integrantes exigían al Ayuntamiento que cumpliese con el Plan de Saneamiento
Integral de Gijón, firmado hace tres años escasos, en 1991, donde se decía con
claridad la necesidad de que Gijón contase con dos depuradoras, una en cada
cuenca natural que tiene la ciudad, la Oeste y la Este. Finalmente, la presión
social tuvo su efecto y se dejó de hablar de la macrodepuradora del Oeste,
pasando a ser una depuradora normal, incluso en una zona mejor que la que
tenían en mente. Se inauguró en el año 2004.
En la cuenca Este, desde ese año,
en que debió empezar a pensarse en construir una depuradora a hoy, julio del
2020, han pasado algunas cosas, pero no las suficientes para que lo que suponen
que unas 130.000 personas y todo tipo de actividades que nos podamos imaginar,
dejen de verter su agua residual directamente al mar, exactamente a 2600 metros
en línea recta a la playa de Peñarrubia y a 27 metros de profundidad, que es
donde acaba el emisario submarino por el salen todos nuestros detritus.
El asunto en esencia es sencillo,
tenemos unos colectores que recogen todas las aguas residuales de la cuenca
Este, esos colectores van directamente una planta por donde pasan por un
colador gigante y van directamente al mar, sin depurar, como lleva pasando
desde hace 80 años. Eso genera el primer problema y por el que la Unión Europea
ha multado al estado español con casi 11 millones de euros semestrales por
incumplir una Normativa Comunitaria (91/271/CEE) que rige desde el año 2000 y
que dice algo obvio: no puedes tirar al mar ni al río el agua sin depurar. Hace
20 años que nos advierten de que eso no puede ser, hasta que, hace justo ahora
dos años, nos impusieron esa multa que pagamos entre todos.
El segundo problema es que para
dar solución a este asunto y con nueve años de retraso, se empieza a construir
una depuradora en unos terrenos que ya estaban reservados para ello desde al
menos el año 1978, por no hablar de la antigua estación de bombeo que existía
allí desde los años 40 del siglo pasado y que bombeaba las aguas residuales por
un emisario terrestre a Peñarrubia. Pero debido a una inadecuada tramitación
ambiental, los tribunales sentenciaron que la cosa se había hecho mal y
desde 2016, que la depuradora está terminada, la Administración está a
vueltas de pleitos judiciales. Es decir, depuradora ya hay, pero no puede
funcionar y veremos a ver si lo hace en algún momento y, en el caso de que así
sea, si funciona correctamente.
A esto se le añade que esos mismos colectores que llevan el
agua residual a la planta que los manda a Peñarrubia, cuando llueve, al recibir
los aportes también del agua de lluvia y de numerosos arroyos, se llenan de
agua y en consecuencia la evacuan para no estallar. Varios de esos puntos de
alivio de los colectores están en la parte baja del río Piles, con lo de esta
manera llegamos al tercer problema. El río Piles al arrastrar esa carga
contaminante de númerosos alivios, unido a las propias deficiencias de un cauce
que ha sido desnaturalizado en su parte final y que facilita la acumulación de
elementos nocivos para la correcta oxigenación del agua, hace que una parte de
la playa reciba los aportes contaminados de este cauce.
Adecuando los colectores de las aguas residuales para que
solo reciban el agua residual, sin más aportes extras, terminando un pozo de
tormentas para retener esta agua contaminada cuando llueva, poniendo a funcionar
una depuradora para que el agua que salga por el Emisario de Peñarrubia cumpla
los requisitos medioambientales y, sobre todo, asumiendo toda la clase política
que las inversiones medioambientales y las inversiones que no se “ven” también
son una parte esencial para un futuro mejor, solventaríamos los problemas. Y si
esto no sucede, quizá haya que plantearse rememorar la década de los 90 y crear
una plataforma, “Plataforma pro-aguas limpias”.
David Alonso
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