Publicado en Nortes.me 05/03/2021
Gijón no interesa al Estado
Desde que en 1876 se inauguró la Estación del Norte en Gijón, veinte años después de que ya estuviera en funcionamiento la estación del ferrocarril de Langreo en el Humedal, el tema de la unificación de las vías, la unificación de las estaciones, la intermodalidad ya en tiempos más contemporáneos y la centralidad, han hecho del asunto del ferrocarril en Gijón un asunto de Estado. Bueno, de Estado no y quizá ese es precisamente el mayor problema.
Por aquel entonces Gijón, alumbraba el crecimiento industrial, hoy en día muchas cosas han cambiado.
El debate municipal en los últimos treinta años y, con más intensidad, en estos últimos diez, ha estado siempre pendiente de construir una estación intermodal que aglutine tanto a la extinta FEVE como a todos los servicios de Renfe, cercanías y media y larga distancia, además de una estación de autobuses pública, que lo que tenemos ahora no lo es, es de ALSA.
Resulta imposible resumir y explicar todas las propuestas que han ido surgiendo y desapareciendo en ese tiempo salvo que se disponga de muchas horas, mucho papel y mucha paciencia. En los últimos meses se ha debatido mucho sobre el capricho de la actual alcaldesa de cargarse el Convenio existente, fruto del consenso de mayo de 2019 y de su nueva propuesta para la ubicación de la Estación, volver a ponerla en Moreda. Pero no es la última propuesta ya que, ayer mismo, se anunció que la opción más avanzada y trabajada por parte del Ministerio de Fomento en este momento, es mantener la estación de trenes provisional existente y ampliarla.
Más allá de entrar en debates extenuantes de cuál es la ubicación más apropiada o solución más idónea, a estas alturas, la mayor parte de los vecinos de Gijón ya no se creen nada de nada.
Y con razón.
la mayor parte de los vecinos de Gijón ya no se creen nada de nada
Se están debatiendo propuestas que no están separadas ni 500 metros; se lleva 19 años sacando cronogramas y power points entre fanfarria y gestos de grandes estadistas que luego no se ejecutan; han gobernado unos y otros o han estado o están casi todos los partidos en el meollo y nada se ha hecho. Bueno, nada no, que esos mismos vecinos han visto tirar dos estaciones: la de Jovellanos, que mucho sentido nunca tuvo, y la del Humedal que, cambios mediante, había estado en funcionamiento desde 1852 hasta 2011, ahí es nada, hasta que se construyó la estación provisional en Sanz Crespo. Y han visto como la tercera de ellas, la estación del Norte, pasó a ser el Museo del Ferrocarril.
El análisis técnico de los soterramientos, de la ubicación de los andenes o de las soluciones urbanísticas que deban dar solución a esos miles de metros liberados en el centro de la ciudad no debe ser la excusa para que la política se convierta en algo totalmente indescifrable para cualquier mortal.
Nadie a día de hoy alcanza a entender parcialmente porqué no hay estación de trenes en Gijón más allá de unos andenes provisionales, nadie entiende porqué no hay estación de autobuses pública y tampoco nadie entiende porqué hay un túnel construido y sin uso que atraviesa la ciudad desde hace 14 años.
Pero para que esto deje de ser así la única receta mágica es el dinero. Solo hace falta poner el dinero sobre la mesa (casi nada). Y este siempre ha sido el gran problema. A principios de este siglo, se apostaba por la recalificación urbanística para sacar dinero. Esto se cayó como un castillo de naipes con la burbuja inmobiliaria y ya no volverá, por suerte. Después se habló de la financiación desde Europa y la cosa parece que tampoco tiene visos de llegar, porque detrás de todo, se esconde la negativa por parte del gobierno del país de poner dinero en Gijón. No tiene más historia. Ni antes ni ahora se hace nada en el Plan de Vías. Y no por la ubicación de la estación, eso es una cortina de humo, sino porque el Estado, que debe asumir la mayor parte de la inversión (estamos hablando de 400 millones de euros) no quiere, no es una prioridad, no está en su agenda política.
Y la única forma de intentar cambiar esto, es unir y juntar los deseos de toda la ciudad, de toda la representación política de la ciudad y de toda la representación de la Junta del Parlamento asturiano para que, cuando en Madrid se ponga sobre la mesa el debate presupuestario, se defiendan los intereses acordados. Pero eso quizá sea aún más utópico que ver un tren circulando por el metrotren y llegando Cabueñes. Veremos.
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