27/02/21
El PERI de Cimavilla
Se plantea para
Cimavilla la revisión de la normativa urbanística principal que rige sobre
ella, el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del barrio de
Cimavilla.
En principio se iba a
plantear una Modificación Puntual, un cambio concreto, para acoger el uso como
hotel, tras la venta del edificio, de las antiguas oficinas de la Autoridad
Portuaria y quizá también, para acoger los
nuevos usos, que no sabemos exactamente cuáles van a ser, del edificio de
Tabacalera, pero se han decidido por la Revisión total del documento.
En los años 90 cuando se
realizó el primer Plan, se hizo como consecuencia del abandono en el que estaba
inmerso el barrio, con la idea de darle un aire completamente nuevo. Hoy en día
establecer el objetivo que debe dotar a este nuevo Plan resulta esencial a la
hora de definir hacia dónde se quiere llevar una de las zonas emblemáticas de
la ciudad, ciudad de la que forma parte y, para eso, las preguntas que deben
hacerse los redactores del nuevo documento no son pocas.
¿Es sostenible la
apuesta por el turismo a diestro y siniestro?, la modificación para facilitar
los usos hoteleros exclusivos, los nuevos usos museísticos previstos o los
nuevos usos en Tabacalera ¿nos llevarán a la creación de un decorado de cartón
piedra para visitantes y en donde los gijoneses no se vean reflejados?
No se plantean estas dos preguntas para dejarse llevar por las esencias del
pasado que no volverán; no se volverá a ver vender pescado en la calle, no se
volverá a ver funcionar la fábrica de tabacos ni otras muchas cosas, lo
sabemos. Las actividades que generaron el entorno pueden desaparecer, si bien
no olvidarse. Pero lo que no puede desaparecer ni en Cimavilla, ni en El Llano,
ni en Pumarín, ni en La Calzada, ni en ningún otro lugar de nuestra ciudad son
los pocos elementos que de verdad generan la pertenencia, el sentimiento de
arraigo, algo que a través de los instrumentos
urbanísticos se puede facilitar, se puede ignorar o directamente se puede
arrancar y tirar. Tenemos varios
ejemplos en la ciudad, en especial de esto último.
Me refiero, por ejemplo,
a que no vamos a recuperar la playa de Pando para el esparcimiento en el Muelle
pero si podríamos facilitar la estancia sosegada en ese mismo entorno con el
nuevo Plan Especial de la zona, o a que deberíamos integrar la antigua Estación
del Norte, actual Museo del Ferrocarril, en el futuro plan especial de vías (si es que algún día ve la luz) y sí ,
claro que sí, deben hacerse los esfuerzos necesarios para que la nueva norma
urbanística en Cimavilla mantenga las sinergias del pasado de la gente que
habita nuestra ciudad. Es más que un sentimiento, se trata de hacer ciudad.
Entonces, ¿se mantendrá la posibilidad, única,
de mantener el uso residencial en la planta baja o se priorizarán las
actividades terciarias y/o la hostelería? ¿Se mantendrán las particularidades estéticas de las antiguas fachadas o no? ¿Se abrirán algunos callejones? ¿Se actuarán sobre
los solares de manera efectiva con ejecuciones subsidiarias completas que
conlleven incluso actuaciones urbanísticas o no? ¿Se
recuperará definitivamente el anillo circulatorio como consecuencia de la
presencia y para dar servicio al nuevo hotel o será como han insistido los
vecinos hasta la saciedad?
Tras las respuestas que se den a esas preguntas y a
algunas otras está el futuro desarrollo de una pequeña parte de Gijón, un
futuro que puede ser de color de rosa para unos pocos elegidos o del que puedan
disfrutar y hacer uso cualquier gijonés. No
es cualquier cosa.
David Alonso
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